Viernes, hoy era el día que entrábamos en La Alsacia, pero primero queríamos visitar Estrasburgo, aunque fuese de pasada.

Salimos más tarde de lo esperado, entre unas cosas y otras al final a las 10:30 estábamos cargando la moto para marcharnos.

El primer destino era Estrasburgo, nos habían hablado muy bien de esta ciudad, pero no habíamos estado nunca. Bueno,miento, yo estuve hace …24 años! Ufff… Eso mejor lo dejamos para otro día.

Cogimos un trozo de autopista hasta desviarnos por una carretera secundaria que, aparentemente, nos llevaba a otra autopista. Esta, era de peaje. A. se dio cuenta, porque el TomTom no, y decidimos evitarla siguiendo por la secundaria. Y menos mal!.

Pequeñas rectas seguidas de tramos con curvas, nada exagerado, pero mucho más divertido que la autopista. De vez en cuando un pueblo y muchos cambios de rasante. Algunos con una pendiente muy fuerte. Las carreteras secundarias están limitadas a 80 km/h. Y de vez en cuando se abre un carril para adelantar, entonces el límite sube a 90 kms/h. En general parece que se respetan bastante los límites en esas carreteras francesas.

Kilómetro a kilómetro vamos acercándonos a Estrasburgo, el tráfico se hace más denso y la carretera no tan divertida, aún así pasamos un buen rato. Puede ser también que el clima hoy nos respetó, no ha llovido y, a ratos nos pasado hasta calor con toda nuestra ropa de invierno.

Aparcamos la moto en una plaza cerca del centro de Estrasburgo, vimos otra moto allí y no lo pensamos más.

Cascos candados en la moto y mochila cubre deposito en mano nos dispusimos a hacer una breve visita a la ciudad. Pero lo primero es lo primero, después de dos horas de moto, hay que comer. Buscamos en Google restaurantes a nuestro alrededor con buenas valoraciones y elegimos uno.

Acertamos, a pesar de tener que comer fuera, la comida estaba muy rica y no se estaba mal a pesar del frío.

Nos acercamos al centro, pasamos por una iglesia Ortodoxa y de ahí, por unas callejuelas aparecemos en la catedral. Un enorme edificio con la fachada llena de ornamentos y con una torre muy alta. No soy ningún experto en arquitectura, pero reconozco que está catedral me sorprendió mucho por grande y por la cantidad de trabajo que tenía e la fachada. Había una larga cola para entrar, así que decidimos darnos una vuelta alrededor y volver a la moto.

La zona centro de Estrasburgo nos gustó mucho, tanto que tenemos claro que queremos volver a esta ciudad y pasar unos días aquí conociéndola.

Pero hoy el tiempo se nos ha echado encima, ya son las 15:30 y aún nos quedan muchas horas de moto y, además, la parte más divertida. Antes de volver a salir, nos tomamos un refresco y replanteamos la ruta. Definitivamente no vamos a poder ir a todos los sitios que nos propusimos, así que de las cuatro horas restantes, dejamos dos y media.

Recuperados del calor, sí, calor, que hemos pasado caminando con toda la ropa que llevamos puesta, subimos a la moto y salimos de Estrasburgo.

Nuestra primera parada era el castillo de Haut-Koenigsbourg. Situado en lo alto de una montaña, las vistas desde allí son espectaculares y la carretera para llegar, sinuosa y con mucha pendiente, muy divertida también.

Por desgracia llegamos demasiado tarde, es nuestro sino hoy, y solo podemos verlo desde fuera.

Vuelta a la ruta, ahora dirección Colmar. Hay mucho tráfico de bajada y es casi de noche, son más de las 17 y todos hemos salido a la vez. Bajamos por otro camino, también pendiente y divertido, pero todo el rato entre coches.

Llegamos a Colmar, buscamos el centro y nos metemos en un bar a decidir qué hacemos. Son las 18 y hoy dormimos en un B&B que está en el medio de la nada, así que tenemos que ver dónde cenar relativamente cerca y a la hora que vamos a llegar.

Vemos que llegando antes de las 21 todavía hay algún sitio donde podemos cenar, así que salimos. Un pequeño paseo por el centro de vuelta a la moto y en ruta otra vez.

Son más de las 18 de la tarde, es de noche cerrada ya y vamos a comenzar ahora lo que, en teoría era el principio de la ruta guapa de moto. La temperatura ha bajado bastante, pero es soportable.

Tenemos por delante una hora y cuarto de viaje. Los primeros kilómetros con mucho tráfico, por una carretera buena, ancha y con alguna curva. A los pocos kilómetros nos salimos a la derecha y empezamos a subir. Curva para un lado, para otro, poco a poco y, a pesar de la noche, las curvas se van sucediendo y disfrutamos de un trazado cómodo y divertido.

Seguimos subiendo, en una curva vemos un cartel de «puerto abierto», aún no hemos empezado a subir! :).

Gracias al GPS vamos previendo cómo será la siguiente curva, cada vez hace más frío. Apenas 20 kms. Nos separan del hotel, pero vamos a un ritmo lento… Izquierda, derecha y seguimos subiendo.

Hacemos una curva de 180° de estas típicas de montaña y algo blanco brilla a los lados de la carretera.. es nieve!!! Llegamos a lo que parece la cima, 4° dice el termómetro que hay y nuestros cuerpos lo notan. Empezamos la bajada, con más cuidado aún que la subida. La nieve en las cunetas nos acompaña durante 3 o 4 kilómetros más.

Ya vemos a lo lejos las luces de Geradmer, acabamos de bajar, pero la temperatura no sube, vemos en el GPS que vamos circulando al lado de un río.

Llegamos a Geradmer, pasamos al lado del lago. Hay muchos restaurantes y bares con luces, parece que aquí podremos cenar si hace falta.

Nos desviamos hacia la derecha de nuevo y subimos por una carretera estrecha, solo quedan 4kms. para llegar al B&B, pero no son fáciles.

Mucha pendiente, curvas una tras otra, varias «paellas» y niebla entrando… Que mejor forma de acabar el día!

Por fin llegamos, aparcamos, descargamos maletas. Cómo nos temíamos tenemos que bajar de nuevo para poder cenar porque aquí no nos dan. Así que recorremos los seis kilómetros que nos separan del restaurante que nos recomienda la dueña de la casa y nos disponemos a cenar.

El sitio es para hacerle un post aparte. Au chant du Bois se llama, es un Grill con miles de platos en su carta y con una camarera (o dueña) a la que le gusta hablar por los codos con todo el mundo.

Cenamos bien, echamos unas risas y volvemos a dormir, que, para variar ha sido un día muy largo

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