Parece mentira que ya estemos aquí, ha llegado el día, hoy salimos.

Llevamos planeándolo mucho tiempo, de hecho era el viaje que íbamos a hacer el año pasado, pero por diversos motivos no pudimos.

Quizás por eso, al final nos hemos relajado un poco. Tanto hablar de él ha acabado llevándonos, inconscientemente, a no creernos que llegaría, pero hoy, es el día.

Hace un día feo, llueve ligeramente y, si te asomas a la ventana, te apetece más acurrucarte en el sofá con una manta, que vestirte de romano y salir con la moto, pero no! Nos vamos!

Últimos ajustes, preparar bocadillos y dar muchas vueltas por la casa. Mi ansiedad y mi prisa contrasta con la aparente calma y tranquilidad de A. Trato de no transmitirle esa prisa, estamos de vacaciones!, aunque seguro que ella me escucha caminar de un lado a otro por la casa. Hago «viajes» cortos, poco óptimos, me acuerdo de algo, voy a por ello, lo llevo al salón, me acuerdo de otra cosa, hago otro viaje… No paro, no puedo parar.

Después de cerrar las maletas, cargamos todo en la moto, no sin esfuerzo salimos del garaje y partimos.

Arranca el viaje! Por fin!

Hoy no era un día especialmente motero, mucha autopista para tratar de acercarnos lo máximo posible a la zona interesante sin cansarnos mucho. Aunque la autopista, desde Bélgica a Luxemburgo es un verdadero coñazo. Al principio con atasco en los alrededores de Bruselas, al ser festivo hoy en Bélgica.

Hacemos varias paradas por el camino para descansar, no tenemos prisa y tanto tiempo en la misma posición es incómodo y aburrido.

Pasamos Luxemburgo y decidimos repostar en la primera gasolinera disponible, ya que el precio del combustible es bastante más bajo en este país. Entramos y hay atasco!! Decenas de coches, motos y camiones deseosos de llenar el depósito. Pasamos por un lateral y, al no necesitarlo realmente, seguimos. Dos empleados de la gasolinera con chalecos amarillos colocan los coches en las filas delante de los surtidores. Les indicamos que vamos a seguir y nos dejan pasar. La perspectiva a la salida de la gasolinera no es mucho mejor. Coches y más coches intentando salir a la vez. Aparcamos en una acera, descansamos un rato, visitamos el baño y, ya que empieza a llover, nos ponemos en marcha

Paramos en la siguiente gasolinera y aquí hay menos lío, aún así hay cola. Pero… Por qué nadie entra en los dos surtidores e la derecha?

A. se baja y se asoma, parece que se pueden usar así que allá que voy. Por algún extraño motivo a la mayoría de conductores no les gustaron esos surtidores y optaron por hacer cola.

Entramos en Alemania un buen rato por la autopista, no hay límite de velocidad! Yujuuuu!

Continuamos viaje y, por fin, salimos de la autopista dirección Estrasburgo desde Sarrebruck. Toda esa zona nos suena ya que ya pasamos por ahí en el viaje a la Alsacia el año pasado.

Las carreteras van girando y tornándose divertidas, algo que nos sorprende bastante ya que hoy la ruta a priori no parecía nada del otro mundo. Tras varios intentos del GPS por meternos a la autovía de peaje lo ignoramos y seguimos dirección Estrasburgo por la nacional. Hasta que tomamos un desvío a la izquierda y la diversión empieza. Curvas y más curvas a través de un parque natural. Buen asfalto, verde a los lados y carretera con curvas no muy pronunciadas pero enlazadas.

Nos detenemos en La Petite-Pierre de France al ver un bar y un montón de motos en la puerta, no hay sitio en la terraza, así nos tomamos algo dentro y seguimos viaje. Más curvas y motos hasta que el GPS se empeña en meternos al peaje otra vez. Después de varios rodeos y vistas al mapa, parece que no nos queda otra que hacer caso, ya que esquivarlo nos llevaría mucho rato y estamos a penas a 30kms de nuestro destino.

Pagamos el euro del peaje que pagan las motos y después de unos 25 minutos llegamos al hotel.

Descargamos, llevamos la moto al parking que está a dos calles del hotel, damos un paseo por Estrasburgo, cenamos y a descansar, mañana habrá más acción, entramos en Austria y dormimos en Suiza :).

Gasssss!

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