En los tiempos en los que vivimos en los que la tecnología nos rodea, en la moto, también es una parte importante. Más allá de la propia tecnología de la Moto,  uno de los añadidos habituales es un GPS. Los viajeros puristas dirán que una aventura «buena» se hace con mapas, preguntando a la gente y bla bla… No seré quién les quita razón, pero llevar un Gps siempre ayuda y viene bien, sobre todo cuando te mueves habitualmente por carreteras desconocidas.

Yendo al tema, hace muchos años, unos 6, cuando empecé a hacer rutas en moto, más allá de ir a trabajar, eché en falta llevar un gps. Como el presupuesto no era muy elevado, recurrí a uno chino. Mucho más barato que el tan de moda TomTom Rider y aparentemente con las mismas funciones.

Ese cacharro, no funcionaba mal, aunque no era capaz de conectarse al Cardo (el intercomunicador bluetooth del casco)  lo que hacía a veces un poco complicado seguir la ruta.

El GPS, en muchas ocasiones, no es para mí sólo un guía que me indica donde ir, sino también un copiloto que me enseña la carretera antes de pasar por ella. De esta forma evitas sustos innecesarios, previendo que es lo que hay detrás del siguiente giro o cuan pronunciada es la siguiente curva. Como decía antes, sobre todo es importante cuando te mueves por carreteras desconocidas.

Volviendo al GPS chino, en general funcionaba muy bien. No se estropeó al mojarse. Venía con el  IGO instalado que es un software que, para mi gusto, es de lo más óptimo en navegación que he probado. Trasteando con el Tyre (programa de ordenador para diseñar rutas) permitía crear las rutas en casa y pasarlas a él… Hacía su trabajo. Tenía algunos pero, como que la pantalla era bastante «regulera» y con mucha luz no se veía bien, lo que sumado a que las instrucciones de voz no se escuchaban en el casco, a veces era un poco frustrante.

Pero después de unos años, las cosas empezaron a ir mal y el cacharro empezó a fallar. Primero la pantalla táctil se estropeó, y detectaba continuamente que alguien estaba tocando en ella. Esto hacía que en plena ruta te apareciese el menú o flechitas en el mapa. Un destornillador fino y un poco de paciencia para quitar presión a la pantalla solventaron el problema. Pero luego vino el fallo importante, probablemente por culpa de la batería, la corriente de la moto no era suficiente para mantener cargado el GPS. Con lo que, a pesar de ir enchufado, después de unas horas, se apagaba. Se apagaba y ya nose volvía a encender hasta que no cargaba un rato… Y tampoco duraba mucho. Esto, claro está, hacia del GPS un invento poco fiable. Pero con un poco de imaginación y previsión, se solventó el problema. Bajar el brillo de la pantalla y cargar el GPS al final de cada etapa paliaban este problema.

La falta de confianza, la dificultad para mantener los mapas actualizados y la carencia de conductividad para saber el estado del tráfico, fueron haciendo de él un elemento menos útil, pasando a un segundo plano gracias a la aparición del movíl…

Pero esto, lo hablamos en la siguiente entrada…

Por estas cosas del destino o del guionista, como diría el ya famoso Carlos que viaja sin el otro gran y mediático viajero :), cuando estaba apunto de acabar está entrada, Sergio Morchon, ha publicado esta otra , mucho más técnica que la mía, pero con muchas cosas en común y que ya comentaremos más adelante.

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