Ocho de la mañana y el despertador suena, aunque yo llevo ya un rato despierto, es mi rutina habitual cuando voy de viaje en moto. Por alguna razón me despierto antes y ese tiempo lo aprovecho para escribir estas líneas.
Desayunamos en el hotel, hotel Alcázar en Irún. Un hotel viejo, aunque limpio y relativamente cuidado, con muchas cosas restauradas y algunas no tanto.
Petate listo, cargamos la moto, por suerte eo coche que ayer semibloqueaba el parking de motos, ya no está y la moto, que aparcó después bloqueandonos totalmente la salida también se había ido (las «luces» de algunos a veces son para darles de comer aparte).
Salimos! La intención inicial era visitar el faro de Higuer y de ahí coger camino de los Pirineos. Aunque el Osmand de la tablet se hace un poco el lío, se reinicia justo en el momento clave y nos toca parar, volver s ponerlo y, creo que ahi pierde el punto del faro. Total que después de un rato circulando por la costa, camino de Hondarribia, vamos metiéndonos ya en ruta hacia el interior. No pasa nada, no vamos a hacer la transpirenaica al uso, ya pasaremos por ahi.
Entonces las carreteras empiezan a estrecharse y a subir. Los pueblos dejan de ser marineros y empiezan a parecerse mucho más a pueblos de montaña. Subimos el primero de los puertos, col de… no lo recuerdo, vaya cabeza! Y el paisaje empieza a recordarnos a los Alpes, aunque con las montañas mucho más bajas.
Hace calor, sobre todo al sol, a la sombra se soporta, vamos haciendo kilómetros poco a poco, mucha curva, algún coche que otro y nos vamos metiendo en montañas.
Llegamos a Erraztu y cogemos dirección puerto de Izpegui.
A la entrada de la carretera hay un cartel de obras y de carretera cerrada, paramos a ver las alternativas y estando en estas y, después de que nos pasaran varios coches un motero frances se para y nos pregunta si todo bien. Le decimos que si y le preguntamos si se puede seguir y dice que «oui», sin problema. Asi que continuamos hacia arriba. Unos kilómetros más arriba, nos encontramos con las obras, nos tienen parados unos diez minutos y seguimos hasta llegar arriba, donde nos paramos a tomar una coca cola y disfrutar de las vistas.
Volvemos al camino, ahora toca bajar el puerto, la carretera es más ancha y disfrutamos como niños bajando.
Seguimos ruta, por este lado del valle el calor aprieta y no hay sombras, asi que estamos deseando encontrar un sitio fresquito para comer. Hoy nos hemos traído nuestra propia comida para comer en el campo. Encontramos un sitio ideal, al lado de un río, a la sombra y con bancos y mesas de piedra, qué más se puede pedir!
Nos sentamos, preparamos bocatas y comemos en calma y al fresco con el ruido del río al lado, qué bien sienta esto!
Volvemos a la ruta, estamos a mitad de camino más o menos. Seguimos haciendo curvas, esta vez por una carretera que a mi me encanta, de esas que disfruto, con buen piso, curvas cómodas de segunda/tercera, sin grandes frenazos ni acelerones, una gozada.
De nuevo subimos y bajamos, volvemos a carreteras de montaña, pasando por pueblos pequeños, con esas casas antiguas pero modernas con plantas en las barandillas puestas en macetas alargadas. Las ventanas protegidas por contraventanas de madera y las paredes pintadas de blanco. A muchos de ellos los cruza un río, lo que obliga a tener pequeños puentes que lo cruzan para dar servicio a las calles y casas. De nuevo, este tipo de pueblos nos vuelven a recordar a los pueblos de los Alpes.
Hacemos una última parada para descansar en un pequeño bar de un pequeño pueblo, lo que nos costó encontrar un bar!
Son ya las seis y media y llegamos a Isaba, nos adentramos en sus estrechas calles empedradas y encontramos el hotel, no sin antes acabar en una calle sin salida que obligó a A. a bajarse y a mi a sacar a relucir mis mejores dotes de piloto para dar la vuelta en el empedrado lleno de «verdin» para no acabar en el suelo.
Ducha, cena, copazo en el bar del pueblo, el Txiki, porque el resto estaban cerrados y a dormir, que mañana es un dia largo.
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