Estas cosas empiezan así, un viernes noche, con una cerveza delante, en el bar: «Mañana vamos al Castillo de Bourscheid, anímate y vente». Luis es un compañero de trabajo de mi chica, que lleva unos cuatro años en Bélgica y organiza viajes y rutas en bici o andando por Benelux. A través de la página de facebook «Don Quijote en Benelux» se publican las actividades y la gente se apunta. No hay ánimo de lucro más allá del propio aprovechamiento personal de la experiencia y el buen rato que se pasa en los viajes.
Ya hacía unos días que rondaba en mi cabeza la idea de salir a dar una vuelta con la moto animado por la mejoría notable en el tiempo y las previsiones de fin de semana sin lluvia. Asi que, no hizo falta pensarlo mucho y, aunque el plan de Luis iba mucho más allá de sólo hacer la visita al castillo, para mi era el acicate perfecto para salir, hacer algo distinto y, además, volver a hacer curvas con la moto después de ya unos cuantos meses.
El invierno belga es, además de frío, muy lluvioso, si a eso le añadimos que para encontrar una carretera con curvas hay que hacerse unos 100 kms. de autovía y que aquí no he encontrado (todavía) un grupo de gente con la que salir con la moto, lo más habitual es que salga poco por mi cuenta.
A falta de confirmar mi asistencia, cosa que haré a primera hora de la mañana, pero con la idea ya en la cabeza, preparo las cosas al llegar a casa para tener casi todo listo para salir.
El sábado amanece extremadamente despejado y la temperatura exterior es, según weather channel, de unos 10º a las 9 de la mañana. Con las codiciones ideales, me preparo, busco alguna ruta antigua ya hecha por la zona, para volver, la cargo en el GPS y me pongo en marcha. Un poco mas tarde de lo esperado por tener que echar gasolina parto dirección Bastogna.
En este viaje estoy estrenando los nuevos intercomunicadores, antes tenía unos Cardo Q2 comprados hace unos 8 años, pero el mío dejó de cargarse un buen día, probablemente debido al gran número de horas que les he hecho trabajar. Así que dada la buena experiencia con la marca, me compré unos Cardo Q1 Teamset para poder seguir disfrutando del sistema. Los intercomunicadores, para los que no lo sepáis, son unos cacharros que instalamos en el casco con los que podemos escuchar las informaciones del GPS, música, y hablar con otra persona que lleve el mismo sistema y con el que estemos conectados… estoy pensando que esto, mejor os lo explico en otro post :). También en este viaje estoy probando la mochila sobredepósito que me compré, pensando en un viaje más largo que vamos a hacer, pero eso, también os lo contaré más adelante.
Una vez en marcha y tras unos cuantos kilómetros en los que el sol, sí el sol belga, molestaba bastante, paré en un área de servicio a poner las gafas de sol. Momento en el cual, el GPS decidió que, por qué no, era mejor volver a casa asi que decidió «proponerme» salirme en todas las salidas de la autopista que me iba encontrando desde ese momento. Hasta que, finalmente, tuve que parar, arreglar la ruta y seguir camino. Como iba ya con mucho retraso, decidí ir directamente al Castillo y evitar la parte inicial de la ruta que empezaba en Marché (eeerror). Así que tras dos horas de infumable autopista, llegué a la base del castillo. Llamé a Luis, casco y chaleco al bahúl, sobredepósito en modo mochila y para arriba.
El Castillo de Bourscheid está situado aun kilómetro aproximadamente de Bourscheid y llama la atención que está más bajo que el propio pueblo. El edificio en sí es más bonito visto desde fuera, con perspectiva que desde dentro. La mayor parte de las instalaciones están derruidas y gran parte de las que se encuentran en pie han sido restauradas, lo que le quita un poco de brillo. La entrada cuesta 5€ y en ella está incluida la audio guía, cosa fundamental para hacer la visita más entretenida. Eso sí, las audio guías no están en español, con lo que hay que elegir entre inglés, francés, alemán u holandés, así que id preparados con vuestro mejor vocabulario «castilleril» . La visita al castillo, siguiendo los pasos de la audio guía, lleva una hora y media aproximadamente. Como decía, de la mayor parte de las estancias tan solo quedan parte de las paredes y el suelo, salvo, una de las torres que ha sido restaurada y a la que se puede subir. Las vistas desde lo alto de la torre de todo el valle son espectaculares con el río al fondo.
La parte más fea del castillo es la zona baja, que por estar siendo restaurada, está en muy mal estado, con material de construcción e incluso una pala que ha dejado el suelo lleno de rodadas y barro. Sin duda desdibuja un poco la visita.
Con la visita al castillo hecha y siendo ya pasada la una del mediodía y yo sin comer! Me separo del grupo, que tenía planificada una larga jornada y empiezo mi propia ruta. Para empezar, buscar un sitio donde comer a esas horas, que, aunque suene raro no es nada fácil. Cojo la carretera sin siquiera poner una ruta en el GPS con la esperanza de encontrar un restaurante lo antes posible. Vuelvo a pasar por el pueblo de Bourscheid sin éxito y continúo por una carretera en buen estado y que empieza a serpentear. Esto se pone interesante, se me quita hasta el hambre. Curva tras curva, después de unos 5 kms. veo a lo lejos lo que parece un pueblo grande, muy grande: «ahí tiene que haber restaurantes». Tras circular por varias de las calles de Ettelbruck (que así se llama el pueblo), veo varios restaurantes y un parking de motos con hueco libre. Una vez aparcado y recogido el petate y tras preguntar en un restaurante cuyo camarero me hizo ver por su cara que encontrar algo donde comer casi a las dos del medio día no iba a ser fácil, vuelvo sobre mis pasos y entro en un italiano: «Le special«, que ofrece cocina abierta de 10:00 a 22:00. Con la extraña sensación de no saber si el sitio estaba realmente abierto, pregunto y me invitan a que pase y me siente. Ojeo la carta, no tengo ganas de pizza, así que pido unos spaguettis bolognesa y una coca-cola. El restaurante es peculiar, con estilo italiano y un montón de gorras colgadas en la pared. Cuando la comida llega, no pierdo el tiempo, dado que hacía ya un par de horas que tenía un hambre tremenda. Los spaguettis me saben a gloria ;), me los acabo, pago y vuelvo a la moto.
Una vez puesta la ruta en el GPS, salgo de Ettelbruck, me quedan unas 3 horas de retorno, de las que 1, al menos, es de autopista :(.
Kilómetro a kilómetro voy avanzando, las carreteras no son las mejores ni las curvas son tantas como me gustaría, pero es mucho mejor que las rectas por las que discurro a diario. Decía al principio que tuve que evitar la parte de la ruta que iba a hacer desde Bastogna y eso fue un graso error, porque esa parte de la ruta es mucho más divertida y bonita que la que hice por el sur, lección aprendida para la próxima vez. Aún así, el viaje de vuelta se ha hecho entretenido, zonas con curvas enlazadas, asfaltos cambiantes, algunos un poco malos, quizás demasiados pueblos y cruces.
Paro a repostar en Paliseul, para variar, la gasolinera no tiene servicios, o lo que es lo mismo baños :P. Esto, aunque suene raro, es muy típico aquí como también lo es que tengas que pagar por usarlos, en algunos sitios hasta un euro te llega a costar. Así que, por suerte la urgencia no era tanta, con el depósito de la moto y el mío propio, llenos, continuo camino de vuelta. Una hora más de camino y llego a Marché en Famenne, se acabó lo bueno, toca una hora de aburrida autopista para volver a casa.
En total unos 431 kilómetros recorridos y un buen día de sábado circulando por las carreteras belgas y luxemburguesas.
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