Comenzaba un nuevo fin de semana largo, el 15 de agosto también es fiesta en Bélgica, así que aprovechamos para preparar otro viaje.

En esta ocasión visitamos Vianden, un pequeño pueblo en el este de Luxemburgo y en el extremo derecho de Les Ardennes.

Teniendo que trabajar el viernes y una vez acabada la maleta y preparado el resto de gadgets, salimos a eso de las 18:30 con 2 horas y media de viaje por delante.

La primera hora y veinte de viaje era de aburrida autopista. Saliendo de Bruselas, rodeando Lieja y dirigiéndonos a Spa. Aunque una vez pasada Lieja la autopista cambió y su trazado no era tan recto, con algunas zonas con curvas entre los valles. A 5 kms. de abandonar la autopista, decidimos parar en un área de descanso a estirar las piernas y cambiar las gafas, que el sol ya no estaba brillando. Una cosa importante cuando viajas en moto, sobre todo en autopista, es parar cada hora y media. Los músculos empiezan a quejarse y te duele todo. Sólo 5 minutos de descanso, estirando las piernas y la espalda, recuperan nuestro cuerpo y podemos continuar viaje más cómodamente.

Con una hora de camino por delante, y una vez abandonada la autopista, la carretera empezó a revirarse y se volvió divertida. Los primeros kilómetros, aún en Bélgica, con buen asfalto, carretera ancha y buen trazado fueron un verdadero disfrute y sirvieron para recordar al cuerpo lo que era hacer curvas.

Y por fin llegamos a Vianden. El espectacular castillo nos recibía, en lo alto de la colina, como flotando, rodeado por las pequeñas casas del pueblo. Una pronunciada pendiente y el empedrado suelo nos hacían notar que ya estabamos cerca del hotel. Mientras bajábamos ojeamos las calles y los posibles sitios para cenar. El olor que salía de uno de ellos, a carne a la parrilla, nos llevó a elegirlo incluso sin apenas haberlo visto.

Llegamos al hotel, encastrado como una casa más en la retaila de la calle es un Bed and Breakfast con muy buenas valoraciones, este.

Aparcamos la moto y vamos a hacer el check in. Explicación de la habitación y de donde esta el garaje para motos, descargamos las maletas, dejamos  la moto a buen recaudo y nos instalamos. Cambio de ropa rápida, son las 21:30 y no es fácil encontrar donde cenar a estas horas, incluso un viernes, y nos vamos al sitio que habíamos visto y olído, al pasar. Fuimos directos a él, entramos y preguntamos si estábamos a tiempo para cenar. Si!!!!  Y no nos defraudó en absoluto. Unas costillas que no pudimos acabar y una cerveza y nuestro hambre pasó a la historia.

Con el estómago lleno nos dimos un paseo calle abajo, hasta llegar al río. Nos tomamos un helado para bajar las costillas y volvimos al hotel para descansar y cargar pilas para el sábado.

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