Nos despertamos con los rayos de sol entrando por la ventana, no sabemos a qué hora ha amanecido pero nos da la sensación que ha sido a las 4 de la mañana. Inquietos por el hecho de no saber dónde vamos a dormir hoy, miramos el correo electrónico. Varias respuestas, todas negativas…
Vamos a desayunar, en el comedor dos parejas ya están desayunando, una de ellas nos reconocen, estaban ayer en el restaurante.
– «Good morning, did you enjoy the dinner?»
Nos cuesta reaccionar y A. Contesta con un «Yes, yes, yes» pero nosotros capaces de articular más palabras… queremos café!
Ya desayunados, mientras hacemos la maleta, escudriñamos el correo y buscamos en Google más alojamientos. Tenemos la esperanza de encontrar algo antes de irnos, ya que no sabemos si tendremos internet cuando nos marchemos. Apuramos hasta las 10 en punto, hora en la que se supone que teníamos que dejar la habitación, para irnos., pero sin éxito.
Hace un día espectacular, soleado, despejado, incluso hace calor. Ya en marcha, cogemos dirección John O’Groats. Comienza lo que va a ser la tónica de toco el día, carreteras reviradas que se ensanchan y estrechan por momentos. Después de una fuerte pendiente de subida, llegamos al faro de John O’Groats. No se puede entrar a las instalaciones, pero las vistas desde aquí quieran la respiración. Tenemos ante nosotros, además Del Mar, azul, extremadamente azul, varios trozos de tierra que son las islas que están al norte de Escocia. A nuestra izquierda, a lo lejos y abajo, vemos el pueblo de John O’Groats y podemos contemplar los acantilados en los que rompe el mar.
– «Hola» – nos saluda un holandés con un marcado acento – «do you want me to take you a picture»
– «Yes of course, thank you!» – contestamos casi al unísono.
El caballero nos saca la foto y cuando le preguntamos si quieren que les hagamos una, dice que no, que a su mujer no le gusta salir en las fotos y los dos se ríen y se despiden.
Vamos entonces al pueblo, es un pequeño pueblo pesquero, a primera vista no tiene mucho más que el hecho de estar donde está. Vamos al monolito donde se indican las distancias a diferentes ciudades. Varias motos están aparcadas allí, no está lleno de gente, continuamente entran y salen del lugar buscando la foto y visualizando el paisaje. Nosotros no somos menos y hacemos varias fotos, una señora se ofrece a hacernos una foto, de nuevo, lo que aceptamos, nos ofrecimos pero ella ya se la había hecho.
Continuamos viaje y comenzamos a disfrutar como enanos. La carretera recorre la costa, siguiendo la línea Del Mar, a ratos es ancha, con dos carriles, a ratos se estrecha, permitiendo solo un carril. Cuando se estrecha, cada pocos metros, una zona más ancha permite adelantar y cruzarse con otros vehículos. Esta será la tónica de todas las carreteras que cojamos de aquí en adelante los próximos días. No hay grandes pueblos o ciudades, solo naturaleza, mar y carretera.
Ovejas, si. Como lo oís, nuestro siguiente archienemigo son las ovejas. Si en la India las vacas son sagradas y pueden caminar a su gusto por donde les plazca, en esta zona de Escocia son las ovejas las reinas. Te las encuentras en el medio de la carretera o en la cuneta pastando, señales en la carretera te indican que «cuidado con las ovejas»‘ lo que os decía: las reinas.
Entre curvas pasamos la mañana, nos aproximamos a la ciudad de Tongue Y nos detenemos en el primer restaurante que encontramos: un hotel que se encontraba a la derecha de la carretera. Preguntamos si tenían sitio para dos comensales, a lo que contestaron que sí, y nos invitaron a sentarnos en el comedor. Era una estancia antigua, incluso el suelo de madera estaba desnivelado, también enmoquetado con la típica tela como de kilt escocés. Las sillas de madera tenían ruedas, para poder acercarte a la mesa sin estropear la moqueta.
Pedimos un par de ensaladas Cesar y la clave de la wifi, ya que durante todo el dia no habíamos teñido cobertura. Recibímos un correo! Tenemos alojamiento! Un profundo descanso nos invade, ya solo tenemos que llegar al sitio y ya está. Se acabaron las preocupaciones. Además de este, otros dos correos llegaron, ambos confirmando que no tenían hueco libre, en uno de ellos nos sugería otros cuatro sitios y nos daba sus teléfonos.
Acabamos de comer, nos ponemos los ropajes de moto, salimos y aprovechamos para echar gasolina. Disfrutamos aún más del viaje hasta Durness, más curvas, más fotos, más paradas, sol y muy buen ritmo.
Llegamos a Durness, lo primero que hacemos es acercarnos al alojamiento, tenemos ganas de ducharnos y descansar un poco. Aparcamos, llamamos al timbre y nos recibe una señora.
– «David Sanchez, ooooohhhh, I am so sorry, the room was already booked when you answered me» – la señora se disculpaba diciendo que la habitación ya estaba ocupada cuando le contesté y que me habían mandado otro correo diciéndomelo. Volvemos a la moto, decepcionados y estresados a la vez, vamos a la gasolinera que estaba a unos 100 metros, lo que nos faltaba ahora era quedarnos sin gasolina. Allí planeamos buscar un bar, con wifi, sentarnos con calma y buscar más alojamientos. Ya no hay tiempo para emails, llamaremos directamente por teléfono. Son más de las cuatro, hemos entrado en un hotel que está en la esquina del la carretera, también tiene alojamiento, preguntamos por si suena la flauta, pero solo nos pueden ofrecer un hostal con habitación compartida con otras 6 personas. Al menos sabemos que no dormiremos en la calle si es preciso. Nos tomamos un té mientras llamamos al primero de los alojamientos que nos habían sugerido en el email aquel.
– «Hello, I was calling to ask you if you have vacancies for Today’s night» – (Hola, llamaba para saber si tiene habitaciones para esta noche) pregunté yo al teléfono.
– «Ah, yes, yes, yes» – una apurada voz de mujer contestó – «where are you?»
– «In Durness»
– «Great, that’s about half an hour from here, give me a call when you get here, tell me if you have issues finding the place» -(Genial, eso está como a media hora de aquí, llámame cuando llegues aquí, dime si tienes problemas encontrando el sitio) – soltó la mujer, que acto seguido se despidió y colgó.
Me quedé sin saber muy bien que pensar, aun estaba tratando de traducir en mi mente la conversación y la mujer ya había colgado. Ni siquiera se quedó con mi nombre, ni siquiera nos dio la dirección. Empezamos a buscar por internet y no conseguimos encontrar nada, absolutamente nada, sólo sabemos el nombre del sitio: Moira’s y el pueblo donde está: Kinlochbervie.
Acabamos el té, pagamos y nos vamos. Tenemos unas 20 millas hasta nuestro destino. Por el camino vamos hablando de cómo va a ser el alojamiento, somos positivos, siempre lo somos y nos imaginamos un sitio idílico poco conocido. El destino o, como dice Charly Sinewan, ha querido que conozcamos a Moira y su B&B.
De nuevo en carretera, volvemos a disfrutar del camino, aunque un poco «mosqueados» porque no sabemos qué vamos a encontrarnos. Llegamos al pueblo y pasamos un desvío que tiene la indicación hacia el Moira’s, damos la vuelta y entramos. Es un camino estrecho medio asfaltado, con pequeñas casa a los lados. Llegamos a la valla y oigo un»ostras, no se yo» que viene del intercomunicador de A. Al otro lado de la valla una casa pequeñita, blanca, medio tapada por los árboles y la maleza, a la que se llega por un camino de piedras a través de la oxidada valla. Sin tiempo a apagar la moto aparece una señora, bajita, con un enorme cardado, sonriente, muy sonriente y saludando con la mano.
– «You called before, didn’t you?» – (llamaste antes, verdad?)
– «Yes!» – respondo yo con locuacidad suprema, aún alucinado y no sabiendo que esperar.
– «Come in, come in»
A. Se había bajado, mientras yo meto la moto, ella charla con Moira, bueno, en realidad Moira habla y A. Escucha.
Aparcados, nos presentamos y entramos en la casa. La pequeña casa, antigua, pero muy cuidada, tiene dos plantas, nuestra habitación está a la derecha de la puerta de entrada, parece salida de cuento. Con su chimenea, su gran cama de matrimonio con los cabeceros metálicos, pequeñas lámparas repartidas por zonas estratégicas, una pasada. El baño, aunque es compartido, al ser nosotros los únicos huéspedes, es todo para nosotros. Moira tiene un perro pequeñito, muy activo y ladrador, hasta que se familiariza con nosotros, luego se va al salón a ponerse enfrente de la chimenea al calor.
Moría es una señora de 57 años, de Manchester, que odia el calor y le gusta estar tranquila, no le gusta internet ni el estrés de las reservas, así que no se anuncia, si alguien pasa y ve su cartel de «vacancies» será bienvenido. No pensaba alquilar la habitación hoy, por eso tenía el «no vacancies» puesto en la puerta, pero al llamar nosotros no podía decir que no. Todo esto nos lo contó en el momento que fuimos a pagar al día siguiente… porque Moira, es un torbellino, no para y no calla, al principio nos cuesta entenderla, pero acostumbrados, es una mujer genial.
Le preguntamos por donde ir a cenar, solo hay tres sitios «cerca», uno en el pueblo que solo abre lunes, miércoles y viernes, es jueves, mala suerte, el Old School, que está a unas 5 millas y otro que está a unas 20. Nos reserva una mesa en el Old School.
La casa no tiene wifi y. Así no hay cobertura, así que a duras penas conseguimos reservar casa para el día siguiente y preparar la ruta. Por suerte había suficiente señal a ratos.
Cansados y encantados de haber conocido aquel sitio, nos fuimos a la cama, esperando ver que nos deparaba el día siguiente.
4 Responses
Ya había dejado un comentario antes al leer vuestros primeros relatos, pero no se como ni porqué ha desaparecido. Bueno, quiero felicitaros por la aventura y por compartirla de esta forma, os sigo con gran interés y atención a los detalles que cuentas, porque yo voy ha ir a Escocia dentro de un mes con tres amigos más en moto y todo lo que contáis vosotros, que vais por delante, nos será muy útil y será información de primera mano. Nuestro viaje es diferente ya que vamos en ferry hasta Plymouth y de allí para arriba, pero la parte “escocesa” será muy parecida. Que tengáis muy buena ruta y suerte con los alojamientos y la meteo. Saludos
Hola Félix!
Si. Vi tu comentario, debería salir tu otro comentario también, de hecho te contesté.
De cualquier manera, mil gracias por tus comentarios, estoy seguro que vas a disfrutar Escocia, es impresionante. Hagais lo que hagáis, id a las Highlands. Haced la ruta 500 que va todo por la costa de las Highlands. Cuando acabe mi viaje trataré de documentar las rutas y lugares por los que he pasado. Te dejo mi correo: davidsanchez@notanoverlander.com para cualquier otra cosa que necesites. Un saludo
Gracias David, lo tendré presente. Saludos y adelante!!
[…] visto, de las coincidencias en ambos viajes, de sus problemas, también, para encontrar alojamiento cerca de Durness, de las carreteras, de las Highlands, de Escocia. A Ute no le gustan los sitios cerrados así que al […]