A Bastogne le gustan las motos

Ya es domingo, se acaba el viaje, aunque aún nos queda una pequeña incursión en las divertidas carreteras Luxemburguesas. Anoche decidimos cambiar la ruta y, en lugar de subir directamente a Bélgica desde Francia, daremos un pequeño rodeo para tratar de hacer una ruta un poco más divertida.

Salimos del hotel a eso de las 10 de la mañana, hace frío y se nota que ha caído una buena helada esta noche, así que las carreteras estarán aún húmedas. Por suerte la moto arranca sin problemas, en condiciones de frío y después de haber estado ayer tirando de GPS y puños calefactados, no sería raro que le costase «levantarse» por la mañana.

Un trocito de autopista y nos desviamos hacia Arlon y de ahí, entramos en Luxemburgo.

Tenemos que ir con cuidado, porque el suelo esta húmedo, pero aún así disfrutamos de las subidas y bajadas y las curvas de esta zona. Las carreteras de Luxemburgo no solo nos gustan por su trazado y por los paisajes, también porque el asfalto está perfecto en la mayoría de ellas. Después de haber pasado en estos cuatro días por Bélgica, Alemania y Francia, la diferencia es notable. En estos tres países nos hemos encontrado lo mismo: carreteras con mal piso, bacheadas o parcheadas, en general, mal mantenidas. En esto, Luxemburgo les gana por goleada, asfalto perfecto hasta en las carreteras más pequeñas.

Curva tras curva y cruce tras cruce llegamos a los últimos kilómetros dentro de Luxemburgo, así que aprovechamos para echar gasolina, mucho más barata aquí que en cualquiera de los países de alrededor. De hecho sabes que estás llegando a la frontera porque en muy poco kilómetros hay un montón de gasolineras todas juntas y siempre repletas de coches con matrícula Belga :).

Repostamos y nos dirigimos a Bastogne. Hace frío y nuestro cuerpo empieza a pedir descanso y algo caliente… Pero claro, encuentra un bar en los pueblos luxemburgueses y, si lo haces, que esté abierto es toda una victoria.

Por supuesto eso no pasa y seguimos hasta que encontramos una zona para parar a estirar y hacernos unas fotos.

La zona es conocida para nosotros, no es la primera vez que bajamos por aqui :).

Seguimos camino hasta que llegamos a Bastoña y nos llevamos una muy grata sorpresa. Nos paramos en el centro del pueblo, en el que hay un parking para coches. En una esquina, a la entrada, escrito en el suelo,se puede leer MOTOS en grandes letras blancas. Así que me dispongo a aparcar. A. se baja mientras yo aparco de culo (con 300kgs. de moto, tener que andar empujándola para sacarla del aparcamiento es sufrir sin necesidad).

Mientras aparco escucho a A. decir «qué es esto?… flipo!».Pongo la pata de cabra y me bajo… Una especie de extraño armario justo detrás de la moto llama nuestra atención.

Motoparking, se puede leer en lateral, en lo que parece ser una cadena. Nos leemos las instrucciones y resulta ser, como dice, un sistema para candar la moto y guardar tus pertenencias. 

Un par de estanterías y una percha nos permiten dejar nuestras cosas. La cadena se usa para candar la moto y con un candado (que tienes que tener tú), se cierra el armario y la cadena todo en uno. 

Muy gratamente sorprendidos, como si acabáramos de descubrir el fuego, dando vueltas y vueltas alrededor del invento, como no creyéndolo, metemos los cascos en el armario y candamos la moto. 

Comemos en una braserie cercana, nos damos un pequeño paseo y continuamos viaje. 

A partir de aquí el viaje se vuelve aburrido y monótono. Una hora de autopista y vuelta a casa, deshacer equipaje, ducha y a descansar… hasta la próxima.