Viajar en moto es una gozada y tiene muchas cosas buenas, y también tiene sus peros. Sobre todo relacionados con las inclemencias del tiempo. Desde que dejamos los Dolomitas la temperatura ha ascendido mucho, con máximas de más de 30° algunos días. Esto en la moto, no nos vamos a engañar, es engorroso y a ratos muy incómodo.
Así ha empezado el día hoy, nos hemos subido a la moto en Pisa, ya sudando como pollos a eso de las 10 de la mañana.
Salimos de la ciudad con la esperanza de, al menos, poder circular y que el aire nos refresque un poco. Pero nuestro gozo en un pozo ya que durante las siguientes casi dos horas, pasamos de rotonda en rotonda, de pueblo en pueblo siempre detrás de otros coches y motos.
Cansados y aburridos empezamos a buscar un bar a la sombra para refrescarnos, pero tampoco eso aparecía.
Finalmente encontramos un bar restaurante, el Albergo Belvedere.
Comemos un menú del día, muy rico, pero que tardaron siglos en servirnos.
Volvemos a la ruta, dudamos si coger la autopista porque este camino no está siendo nada divertido. Por suerte no lo hacemos. Arrancamos y, nada más salir del pueblo, la carretera empieza a subir y a revirarse. Al principio el piso es malo con muchos baches, pero el asfalto mejora y entonces empieza la diversión. Curva y contra curva, derecha a izquierda y a derecha, a veces subiendo a veces bajando. Desde Borghuetto di Vara recorreremos unos 21 kilómetros sin descanso, curva tras curva. Nos adelantan varias motos sacando rodilla, hacía mucho que no se me cansaban los brazos de tanto tumbar a un lado y al otro, qué maravilla!
Se acabaron las curvas y volvimos a la misma cruda realidad de antes, calor, coches y pueblos, pero ya estábamos muy cerca de Génova, así que no nos importó tanto.
Llegamos a la ciudad, el tráfico es bastante fluido y sin el nerviosismo que vivimos en Florencia.
Aparcamos en una calle que tiene un gran aparcamiento de motos, ya que la circulación por el centro está restringida y no se puede llegar a la puerta del B&B.
En la esquina de la calle del aparcamiento nos espera Marco, el dueño del B&B, para acercarnos al sitio ya que es un poco complicado llegar.
Marco es un señor ya entradito en años, casi setenta le cálculo yo, bien vestido, que se disculpa por su inglés, aunque lo habla bastante bien. Insiste en llevar las bolsas que lleva A., aunque pesan bastante y le advertimos de ello. Mientras caminamos nos explica en qué calle estamos, dónde está el centro histórico e incluso se para, no sabemos si porque está cansado, a contarnos que las escaleras que vemos llevan a la parte alta de la ciudad.
Por fin llegamos a la puerta del edificio y, si no fuera por las fotos que vimos en internet, no os voy a engañar, no entraríamos ahí en la vida.
La entrada está en una calle estrecha, al lado de un bar latino que tiene la música muy alta. La puerta, verde, escascarillada, vieja, da acceso a unas escaleras aún más viejas y las paredes que la rodean, sucias, rotas y agrietadas a ratos. Marco nos explica que están restaurando el edificio porque hace 150 años juntaron dos casas para hacer el edificio actual y ahora se están separando y agrietando.
Entramos en el piso, segundo en teoría, pero cuarto en realidad y la cosa cambia. Es un piso grande y reformado, nuestra habitación no es muy grande pero todo es nuevo y parece cuidado y limpio.
Tras las pertinentes explicaciones sobre la casa, Marco nos explica sobre un mapa donde estamos y a donde ir. Nos cambiamos de ropa, vamos a aparcar la moto al parking que nos ha reservado el propio Marco y nos vamos a tomar algo.
Reconocemos la ciudad, visitamos el puerto, el centro histórico y nos sentamos a cenar.
Génova es una ciudad de contrastes, tan pronto estás en una plaza con una iglesia monumental, cómo en una calle sucia, que no huele bien y con las casas destrozadas. Habíamos escuchado que no era una ciudad demasiado segura ni tenía mucho que ver, pero nos ha sorprendido gratamente, sobre todo la parte del centro histórico.
Con el hambre saciada y bastante cansados volvimos al B&B a ducharnos y dormir, una vez más el calor ha hecho que el día haya sido bastante largo, así que a descansar que mañana toca Milán.
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