Manuel es un salvadoreño que trabaja como guarda en un parking de esos que no tienen barreras ni máquinas de ticket. Tu metes el coche o la moto y ellos se encargan de guardarlo.
Lleva más de 18 años fuera de su país, primero en España, trabajando de fontanero y ahora en Italia, dónde pretendía hacer lo mismo, pero le salió mal. Vino a hacer un trabajo para unos meses que, cuando se acabó, no le pagaron y se tuvo que buscar la vida. Está deseando volver a España, dónde tiene familia, pero sobre todo volver a trabajar de lo suyo, porque este no es su trabajo soñado.
Manuel me cuenta todo esto mientras me prepara el recibo del parking de la moto, 10€ por 24 horas (parking la Loretto).
Saco la moto por la estrecha rampa y la llevo al portal de la casa.
Bajamos las maletas y charlamos con nuestros anfitriones antes de partir. Durante el desayuno hemos conocido a una familia Suiza que está de fin de semana largo. Un matrimonio y tres niñas que han venido a conocer Milán. Mezclamos el poco francés que sabemos, con inglés, con las cuatro palabras italianas que chapurreamos pero nos entendemos entre todos.
De nuevo con un calor y una humedad exagerada partimos. Dejamos Milán y hacemos rotonda tras rotonda durante más de una hora hasta que nos detenemos en una gasolinera a refrescarnos.
Un helado y una botella de agua, que saboreamos sentados en las únicas dos sillas que hay fuera.
Volvemos a la carretera, después de haber recortado un poco la ruta para tratar de evitar las soporíferas carreteras que no aportan mucho.
Llegamos al primero de los lagos y el paisaje impresiona.
Buscamos un sitio para comer con vistas al lago y lo encontramos. Estamos subiendo por el lado este, aunque nuestro destino está al oeste del lago.
Mientras comemos empieza a diluviar, una fuerte tormenta descarga agua durante unos minutos. Algo que incluso agradecemos, ya que la temperatura baja unos grados y el cielo permanece nublado.
En un descanso de la lluvia arrancamos de nuevo, aún nos quedan un par de horas de ruta, así que vamos avanzando. Tratamos de entrar en Bérgamo, pero las restricciones de tráfico en el centro de la mayoría de pueblos y ciudades nos lo impiden y, cómo no tenemos mucho tiempo, hacemos una parada a estirar y refrescarnos a las afueras y seguimos.
El GPS nos la lia, otra vez, y nos trata de hacer coger un ferry para cruzar el lago. Tras tener que dar la vuelta cuando nos dimos cuenta, volvimos a la ruta.
Llegamos por fin a Menaggio tras kilómetros atravesando pueblos, atascos y semáforos y buscamos el B&B.
Nos había dicho la dueña que aparcasemos donde los carabinieri (policía) porque no se podía entrar a la calle de la casa. Así lo hicimos y acto seguido salió un carabinieri a decirnos que estaba reservado para ellos, que no se podía. Nos vio tan perdidos que nos vino a decir luego que se podía entrar por la calle y así lo hicimos. Llegamos hasta una plaza donde no se podía avanzar más y aparcamos. Apareció la dueña de la casa, que pensaba que íbamos en coche, e hicimos check-in y descargamos las cosas.
Hoy tocaba lavandería, así que nos fuimos a una que ya habíamos localizado el día anterior (bendito Google), pusimos todo a lavar y, mientras tanto nos dimos un paseo.
Cuando la ropa acabó, nos fuimos a cenar.
En el centro de Menaggio, o al menos parece el centro, hay una plaza rodeada de restaurantes y heladerías. Uno de los lados de la plaza da al lago y, de noche, se pueden ver las luces de los otros pueblos al otro lado del lago.
Cenamos en una pizzería en esa plaza y nos damos otro paseo. No es la primera vez que nos pasa que nos sentamos en un sitio a cenar o comer cercanos a la hora de cierre (inconscientemente claro) y no es la primera vez en este viaje que nos pasa que nos atienden con prisa e incluso malas formas, probablemente por eso. Charlamos sobre eso y sobre que preferimos que nos digan que no y no permitirnos sentarnos, a que nos acomoden primero y nos incomoden después.
Se nos ha hecho tarde ya, así que volvemos al B&B a ducharnos y dormir, mañana más lagos nos esperan.
Al acostarnos el ruido del agua contra el techo y las luces de los rayos que pasan a través de la ventana nos asustan un poco, la que está cayendo! Mañana estará fresco al menos 😉
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